El Museo de la Catedral de la Almudena tiene como misión la conservación, investigación y exhibición de los bienes patrimoniales del Cabildo de la catedral de Madrid. A fin de garantizar la transmisión de sus bienes a las futuras generaciones y siguiendo los criterios museológicos actuales sobre conservación preventiva, en el museo se han ido llevando a cabo intervenciones y restauraciones de varias piezas. En esta ocasión dedicamos esta sección al conjunto del vestido de la Virgen de la Almudena y del Niño, donado por la reina María Luisa de Parma en 1786, que fue restaurado en 2018 por la empresa Alet Restauración .
Dirijamos primeramente nuestra mirada a la historia de esta pieza: según nos cuenta la tradición, el primer manto recibido para adornar la imagen de la patrona fue una donación de la reina Isabel de Borbón en 1616. Hasta el año 1890, las reinas y damas de la Corte mantuvieron esta costumbre y continuaron regalando mantos para vestir tanto a la Virgen como al Niño. De igual modo, emulado a los propios reyes, todas estas damas firmaron como miembros de la Real Congregación de Esclavos de la Virgen de la Almudena. La encargada de vestir y desvestir a la Virgen en su camarín ostentaba el cargo de ser camarera mayor y fue siempre una noble, con grandeza de España. Durante mucho tiempo, dicho título fue desempeñado por la duquesa del Infantado o la duquesa de Santa Cruz.
Todos los mantos de la Virgen, junto con las coronas y demás joyas, forman parte de los bienes de la Congregación de la Real Esclavitud, actualmente depositados en el Museo de la Catedral. Asimismo, en el archivo catedralicio se conservan los distintos libros e inventarios de la congregación donde se enumeran todas estas donaciones, fruto de la piedad y devoción a la patrona a lo largo de los siglos.
El manto al que nos referimos fue regalado por María Luisa de Parma en 1786 a la Virgen de la Almudena, como atestiguó la prensa de la época. Entre las páginas del Diario curioso, erudito, económico y comercial del viernes 8 de septiembre de 1786, en la sección de «Noticias particulares de Madrid» se puede leer: «Ayer estrenó el Simulacro de María Santísima de la Almudena, Patrona y Protectora de Madrid, el magnífico vestido que le ha presentado la Augusta Princesa nuestra Señora, cuya singular piedad y devoción resplandece bien, tanto en el valor de la dádiva, cuanto en el buen gusto de la alhaja misma. Sobre raso de color de rosa seca se ve un riquísimo bordado de oro y plata brillante, todo entretenido de diamantes, zafiros, topacios y esmeraldas; no es posible valuar el intrínseco valor de tanta preciosidad, pero por un cómputo prudencial se hace ascender a 1900 rs».
La tasación del vestido en 1786 fue de 1900 reales de plata de la época, unos 64.600 maravedís. Como cada maravedí tiene su equivalencia actual de 0,1875 euros, el vestido salió a unos 12.112,5 euros de nuestra época. De este hecho también se dejó constancia en una pieza exenta con inscripción, cosida en el reverso del manto. En ella se lee: «Este manto le dio la Serenísima Princesa de Asturias .[pues aún no era reina] A devoción y dirección de don Santos Morso. A 5 de septiembre de 1786». El manto fue regalado unos días antes de la fiesta mayor de la Virgen de la Almudena, que entonces celebraba el 8 septiembre.
María Luisa de Parma (Parma, 1751-Roma, 1819), nieta del rey Luis XV de Francia, fue reina consorte de España como esposa de Carlos IV, de quien era prima carnal por el lado paterno. En 1765 contrajo matrimonio con el entonces príncipe de Asturias y en 1788 se convirtió en reina de España tras producirse la muerte de Carlos III y ser reconocido, por tanto, como rey de España su esposo. La reina ingresó como miembro de la Real Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena el 29 de agosto de 1766.
¿Cómo se realizó la intervención?
Con intención de poder exponer de nuevo las vestiduras, con todas las protecciones, comenzaron los trabajos de restauración. La intervención se realizó en cuatro piezas: el manto y escapulario (vestido) de la Virgen de la Almudena, y también el vestido y gorro del Niño. Si bien todo el lote se confeccionó con el mismo vestido de María Luisa de Parma.
Se comenzó con las labores de limpieza. La suciedad y el polvo acumulados a lo largo del tiempo, así como algunas manchas en los tejidos fueron eliminados. Sobre todo, se llevó a cabo una gran labor de consolidación de lentejuelas, cristales y abalorios, que se encontraban desprendidos o con peligro de soltarse y perderse. Y se complementó con materiales compatibles con los originales de la pieza, aprobados en la idoneidad de la restauración textil y comprobada su eficacia a corto y largo plazo.
El manto y el resto de las piezas del conjunto están confeccionados con varios tipos de tejido. El principal, que ocupa casi en su totalidad el campo central del manto, es un tejido de tafetán de seda rosa pálido, muy fino y delicado. Y para la gran cenefa inferior, que rodea todo el perímetro del manto, se emplea un gros de Tour, llamado así por la ciudad de Francia, donde se producía tradicionalmente durante los siglos XVII y XVIII.
En el vestido de la Virgen, la tela se presenta a franjas, intercalando un raso de seda sencillo en color rosa y varias franjas en color sombra siena tostada, donde van colocadas las lentejuelas.
Todas las piezas presentan una ornamentación profusa y recargada. Llaman la atención los motivos florales formados por cristales en color azul. Son flores de ocho pétalos con cristal transparente en el centro, y piedras azules engarzadas sobre lámina de nácar. Las lentejuelas se van alternado en dorado y plateado, y se unen con hilos entorchados. También se utilizaron láminas metálicas corladas, y cristales para recomponer formas que imitan flores de todo tipo, lirios, margaritas, tulipanes, gerberas, hortensias, dalia, etc.
Por último, hay que señalar que, aunque actualmente los colores se han desvanecido un poco, no deben de ser muy diferentes de los tonos pasteles originales. Como se recoge en el informe del taller, el colorido y las formas denotan un diseño tardío del XVIII y principios del XIX. En definitiva, todo el conjunto que luce la Virgen resulta un hermoso y llamativo vestido de gusto rococó y de indudable inspiración francesa.
Más entradas de Una ventana a la historia