La devoción y el cariño profesado por los monarcas hispanos a Santa María la Real de la Almudena ha sido constante a lo largo de los siglos. Si bien, este afecto ha sido especialmente manifestado por nuestras reinas e infantas, a través de sus diversas donaciones para el adorno y engalanamiento de la imagen de la Almudena, así como sus visitas constantes a la parroquia de Santa María la Mayor, rogando el favor de Nuestra Señora en momentos singulares.
Sin duda, un acontecimiento especial en la vida de una reina, y en toda la Corte, era la espera y el nacimiento de un hijo en la familia real. Y más aún cuando se trataba del primogénito, con lo que eso suponía para el futuro de la corona.
Como referíamos en nuestra reseña sobre la Virgen de la Flor de Lis, Juan de Vera Tassis, en su Historia del origen, invención, y milagros de la sagrada imagen de Nuestra Señora de la Almudena, nos cuenta cómo el hallazgo de la imagen se produjo como consecuencia de la visita que hizo la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, en 1623 a la parroquia de Santa María, pues, embarazada de la infanta Margarita de Austria, se acercó a disponerse bajo el amparo de Nuestra Madre y Patrona con el deseo de tener un feliz parto.
El 10 de octubre de 1830 la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias daba a luz a la infanta María Isabel Luisa, futura reina Isabel II. El corregidor de la Villa, Domingo María Barrafón, anunciaba tan distinguido suceso, para alegría de los vecinos madrileños: «La divina Providencia oyó por fin nuestros ardientes votos, concediendo a la Reina nuestra Señora, el deseado fruto de su augusto consorcio, y a los españoles una prenda inestimable de paz, de concordia y el futuro bienestar. Ya el repetido estruendo del cañón y la bandera que tremola en el Regio Alcázar, han anunciado a este heroico vecindario tan fausto acontecimiento, y ya se ven por do quiera sensibles y afectuosas demostraciones del gozo de que se siente enagenado».
En la parroquia de Santa María tuvieron lugar los actos religiosos de acción de gracias por el dichoso nacimiento: «A las nueve en punto de la mañana de este día saldrá del Real Convento de Atocha una procesión con asistencia de todas las comunidades religiosas, cabildo eclesiástico, presidida por el Excmo. Ayuntamiento, conduciendo la imagen de Nuestra Señora de la Concepción a la parroquia de Santa María de la Almudena, donde se cantará misa y Te Deum con toda solemnidad en acción de gracias al Todopoderoso por el feliz alumbramiento de la Reina nuestra Señora».
Durante los últimos meses de embarazo, la reina María Cristina practicó la piadosa costumbre de realizar un novenario para implorar el favor de la Santísima Virgen por un feliz alumbramiento, visitando cada día un templo con advocación mariana de la Villa y Corte. Así, con motivo del nacimiento de la futura Isabel II, en el Diario de Avisos de Madrid (22 de mayo de 1830), el Ayuntamiento pide que se hagan rogativas por el futuro alumbramiento de la reina:
El Excmo. Ayuntamiento de esta muy heroica villa, en observancia de lo resuelto por S.M. para que se hagan rogativas públicas y secretas con el justo fin de rogar al Todopoderoso dispense a la Reina nuestra Señora un feliz alumbramiento, y que cubra con el escudo de su omnipresencia el fruto de la venturosa unión de SS.M., que forme las delicias de sus pueblos, ha acordado gustoso hacer un novenario visitando las casas de la Virgen, en los términos que se ha practicado, en iguales ocasiones, dando principio mañana 23 del corriente, saliendo en público a las diez de la mañana de las casas consistoriales, dirigiéndose a Nuestra Señora de Atocha; el lunes 24 a la iglesia de Sras. Descalzas Reales; el martes 25 a la de señoras de la Encarnación; el miércoles 26 al Buen Suceso; el jueves 27 al convento de la Victoria; el viernes 28 a la de la Merced calzada; el sábado 29 a la del Carmen calzado; el domingo 30 a la del Rosario; y el lunes 31 a la parroquia de Santa María la Real de la Almudena, en donde con asistencia del venerable cabildo de señores curas y beneficiados de esta villa, puesto de manifiesto el Santísimo Sacramento, habrá misa cantada con preces, letanía y salve.
El Ayuntamiento, al anunciar al vecindario esta determinación, no puede menos de esperar que continuado las pruebas de amor y cariño que en todas ocasiones tiene dadas a su Soberano, unirá sus votos a los suyos, y concurrirá a tan religiosos actos, rogando al Todopoderoso, por la feliz continuación en el preñado de la Reina nuestra Señora y su alumbramiento.
Las nueve iglesias visitadas con advocaciones marianas, entre parroquias y conventos, en esta ocasión fueron Nuestra Señora de Atocha, Descalzas Reales, Encarnación, Buen Suceso, convento de la Victoria, la Merced calzada, el Carmen Calzado, el Rosario, y, por último, la parroquia de Santa María la Real de la Almudena.
De igual modo, cuando Isabel II fue reina y madre, continuó con esta devota práctica en cada uno de sus embarazos, «implorando la misericordia divina para que S.M. la Reina, tenga un alumbramiento feliz». Algunas de las parroquias fueron variando a lo largo del tiempo, como se aprecia en el relato que se publicó en La Correspondencia de España (29 de mayo de 1861) con motivo del alumbramiento de infanta María del Pilar Berenguela, nacida el 4 de junio de 1861. En esta ocasión, se citan como nuevos lugares de peregrinaje a Nuestra Señora de Loreto, la Virgen de la Paloma, la Virgen de Guadalupe, o la del Olvido.
S.M. la Reina apenas ha llegado a Madrid ha empezado a visitar los nueve templos en que, reverenciándose a la Virgen, bajo distintas advocaciones, acostumbra a recorrer en devoto peregrinaje siempre que llegan los días de su parto. El domingo estuvo en Santa María de la Almudena y anteayer en el templo de Atocha.
Ya hemos dicho que nuestra augusta soberana, guiada por sus sentimientos religioso, y siguiendo su piadosa costumbre, había comenzado su visita a diferentes templos para pedir a Dios un parto feliz.
Las iglesias en que estuvo S.M. el domingo y lunes fueron las de la Almudena y Atocha. Ayer visitó las de las Descalzas Reales, y sus visitas seguirán después a Nuestra Señora de Loreto, el 29; Nuestra Señora del Carmen el 30; San Luis el 31; la Virgen de la Paloma el 1º; la Virgen de Guadalupe, en San Millán, el 2; Nuestra Señora de las Mercedes, en San Cayetano el 3; y Nuestra Señora del Buen Suceso y la del Olvido, en la Real Capilla, en los días 4 y 5.
Como es bien sabido, la reina Isabel II contrajo matrimonio con el que era su primo, Francisco de Asís, el 10 de octubre de 1856, y dio a luz en nueve ocasiones. Desgraciadamente la mortalidad infantil era muy alta en aquellos tiempos, y en varias ocasiones los embarazos se malograron. Por ello, durante los meses en que la reina se encontraba en «estado interesante», los diarios de la época refieren abundantes noticias de las diversas rogativas llevadas a cabo para un venturado y próspero nacimiento. Así podemos leer en el diario El Heraldo (20 de junio de 1850):
Mañana a las seis de la tarde, saldrá de la parroquia de Santa María la pública y solemne rogativa que se dirigirá a la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, para implorar la intercesión de la Santísima Virgen en favor de S.M. la Reina y pedir a Dios que la conceda un feliz alumbramiento en los momentos que ya están tan cercanos.
Este acto religioso se celebrará con grande aparato y solemnidad, pues han sido invitadas para asistir a él, todas las autoridades, las corporaciones y el clero de todas las parroquias.
La procesión irá presidida por el señor jefe político, asistiendo el Exmo. Señor arzobispo de Toledo y el Ilmo. Señor Obispo de Astorga, y se dirigirá por la calle de la Almudena, plaza Mayor, calle de Atocha, a la iglesia del mismo nombre, regresando a Santa María por el mismo camino […].
El Ayuntamiento era el encargado de la organización y los costes de estas funciones, cuidando con esmero todos los detalles. A las solemnes procesiones, junto al cortejo real, debían acudir el clero, las autoridades y demás corporaciones de la ciudad.
Este novenario era una ocasión propicia, para que el pueblo manifestara su cariño y simpatía por el futuro infante o infanta, así como para aumentar la devoción a la Virgen Santísima, como medianera e intercesora de todas las gracias, especialmente en aquellos momentos de la vida que, como los embarazos y partos, eran de importante gravedad. Es entonces, también hoy en día, cuando con más devoción cantamos la conocida estrofa del himno de la Almudena: «Bajo tu manto, Virgen sencilla, buscan tus hijos la protección».
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