La catedral de la Almudena acogió este martes, 18 de enero, el arranque del Octavario por la Unidad de los Cristianos, que este año se celebra con el lema Nosotros hemos visto salir su estrella en Oriente y venimos a adorarlo. Ante representantes de las diversas iglesias cristianas en Madrid, el arzobispo católico, cardenal Carlos Osoro, destacó que la unidad «hay que trabajarla a diario, pidiéndosela al Señor» pero también siendo capaces de «admirar al otro, de valorar al otro».
El movimiento ecuménico actual es obra del Espíritu Santo, explicó, y ha «impulsado a todas las iglesias y comunidades eclesiales a afrontar doctrinas, a superar condenas, a aproximarnos, poniendo el mayor énfasis en aquello que nos une para superar lo que nos separa». Ante la urgencia de la nueva evangelización se ha de «recuperar el volver por otro camino», como los Magos, pero esto solo es posible desde el «encuentro con Jesucristo». Un camino que no es el del enfrentamiento o la falta de respeto, sino el del «padrenuestro», que otorga «el gran título de nuestra vida»: ser hijos de Dios. Y si se es hijo de Dios, «todos son mis hermanos». «Nos sentimos hermanos y nos sentimos amigos», aseveró en este sentido.
El arzobispo de Madrid animó a vivir el octavario con intensidad desde diez palabras: atracción –«el camino de la unidad nace del encuentro con Jesucristo»–; construcción, construyendo con el amor de Dios; presencia de Cristo, que «pone el mundo al revés»; plenitud, el Niño «es lo que ha cambiado la historia»; guiados por el único Señor; adoradores, como los Magos, de Dios; en comunión verdadera con Él; ofreciendo «nuestra vida» para que el Señor, a través de ella, «recree la unidad»; en misión; trabajando, «poniendo todo lo que podamos de nuestra parte para que sea creíble Jesucristo Nuestro Señor», y orantes, porque todo esto se puede hacer desde una «oración sincera: […] cuenta conmigo, Señor, para la unidad».
La estrella de Belén
En el acto de apertura participó también con una meditación la reverenda Esther Ruiz, pastora de la Iglesia Evangélica Española (IEE). Al hilo del lema, explicó que no fueron los Magos quienes buscaron, sino que «es Dios mismo quien toma la iniciativa, porque sus pasos siempre se anticipan a los nuestros». «Dios se deja conocer por los desconocidos», como hizo con los sabios de Oriente, «por gente que no aparece en las listas de invitados», aseveró, o en los papeles de «empadronados».
Con los Magos, Dios no hizo acepción de personas, como tampoco de fronteras ni de pasaportes. Esta es la geografía que Dios quiere enseñar, indicó la pastora, en la que no hay fronteras, «sin que podamos saber quién es el cercano y el lejano, quién es católico, el protestante, el ortodoxo, dónde está el bueno, quién es el malo». En esta geografía de Dios las distancias no se miden por kilómetros, sin por «rayos de luz», por señales con las que se acerca a las vidas de los hombres. Habrá, detalló, un Damasco como le pasó a Pablo, una zarza ardiendo como a Moisés, una enfermedad o «simplemente la monotonía diaria, cotidiana de nuestro trabajo».
Esa señal, esa estrella, siempre se parará «donde está el recién nacido, Jesús». El signo es espectacular, expresó, pero «Dios aparece humilde, en un tierno bebé». Y ante ese Niño, la estrella «ya no tiene nada que hacer; es la fe la que hace arrodillar a los magos». Ruiz concluyó asegurando que «hoy Dios se nos ha anticipado», y «por eso estamos todos aquí, en Belén, viendo la manifestación de Dios y reconociéndole siempre que la gloria es suya».
Toda la información y actos de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos pueden consultarse en esta noticia.