El Papa Francisco ha hecho llegar a los obispos del mundo entero una carta en la que los anima a sumarse al acto de consagración al Inmaculado Corazón de María de la humanidad, particularmente de Rusia y Ucrania. Será este viernes, 25 de marzo, coincidiendo con la solemnidad de la Anunciación, en la que también se celebra la Jornada por la Vida.
«Ha pasado casi un mes desde el inicio de la guerra –comienza el Pontífice su misiva–, que está causando sufrimientos cada día más terribles en esa martirizada población, amenazando incluso la paz mundial». Y añade: «La Iglesia, en esta hora oscura, está fuertemente llamada a interceder ante el Príncipe de la paz y a estar cerca de cuantos sufren en carne propia las consecuencias del conflicto».
Además de agradecer a cuantos están respondiendo «con gran generosidad» a sus llamadas a la oración, al ayuno y a la caridad, Francisco invita a sacerdotes, religiosos y demás fieles a unirse a este solemne acto de consagración en los lugares sagrados, «para que el pueblo santo de Dios eleve la súplica a su Madre de manera unánime y apremiante».
El acto se iniciará con una celebración penitencial, a las 17:00 horas, en la basílica de San Pedro, ya que «es bueno disponerse a invocar la paz renovados por el perdón de Dios», asegura el Pontífice. La oración de consagración está prevista en torno a las 18:30 horas. Se podrá seguir en directo a través de TRECE, que conectará diez minutos antes, a las 18:20 horas, con el Vaticano.
24 horas para el Señor
La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha hecho suya esta invitación del Papa, y con ella todas las iglesias diocesanas. En Madrid, las parroquias están llamadas a sumarse al acto. El arzobispo, cardenal Carlos Osoro, lo hará al término de la Misa que presidirá en la colegiata de San Isidro con motivo de la Jornada por la Vida, organizada por la Delegación de Laicos, Familia y Vida.
Como propone la CEE, la consagración a la Virgen servirá también de apertura a la jornada 24 horas para el Señor, que cada año se celebra en la víspera del IV domingo de Cuaresma. Se trata de una jornada intensiva en la que distintas parroquias permanecerán abiertas de manera continuada para que los fieles puedan adorar al Santísimo y acogerse al sacramento de la Reconciliación.