El Cabildo de la catedral de Santa María la Real de la Almudena ha querido aprovechar el Año Santo de san Isidro concedido por la Santa Sede para poner en valor la capilla que, desde la dedicación del templo en 1993, hay dedicada al patrón de Madrid.
En ella, se expone la célebre arca funeraria que contuvo el cuerpo del san Isidro Labrador desde época primitiva hasta 1620. Además, por primera vez, pueden contemplarse dos de los leones que sostuvieron el arcón en siglos pasados, y que se habían considerados perdidos. El león, símbolo de inmortalidad, es recurrente en el contexto funerario.
El arca fue realizada a finales del siglo XIII y destaca por su gran calidad. En el frontal del arca se recogen tres milagros atribuidos a san Isidro. De izquierda a derecha se pueden ver el milagro de la yunta de bueyes guiados por los ángeles, el milagro de la multiplicación del trigo en el molino y el milagro de la olla. En los laterales del arca, se representa la escena de la Anunciación a un lado, y a Cristo varón de dolores, flanqueado por santa María Magdalena y la Virgen María, al otro.
En la pared del fondo, bajo la vidriera central, se ha instalado una copia del famoso cuadro del milagro del pozo que encargó la reina Isabel de Borbón al pintor Alonso Cano en el año 1638. La obra estuvo en la parte superior del retablo mayor de la Virgen de la Almudena, que presidía en la antigua parroquia de Santa María la Mayor.
Junto a su mujer, santa María de la Cabeza
Por último, flanqueando la capilla se han reubicado las estatuas barrocas de los santos esposos, san Isidro y santa María de la Cabeza. Se trata de las tallas que acompañaron, en procesión a la Virgen de la Almudena en su traslado en 1993 desde la antigua iglesia catedral de san Isidro hasta su nueva y definitiva sede.
Las dos figuras están realizadas en madera policromada con decoraciones estofadas, dibujando motivos vegetales. Están atribuidas al escultor Juan Alonso de Villabrille y Ron y son imágenes de gran naturalismo, ataviadas y trabajadas, de acuerdo a los modelos iconográficos que se asentaron durante el siglo XVII. San Isidro aparece tocado con un nimbo, símbolo de su santidad, un ramo de espigas de trigo en la mano izquierda, aludiendo a su condición de labrador, y una aguijada en la derecha recordando los pozos de agua que abrió. Santa María de la Cabeza porta el hachón y la alcuza de aceite con los que encendía la lámpara de la Virgen.