Lo que más les gusta a los niños de la Escolanía Diocesana Virgen de la Almudena es cantar en latín. «Sobre todo cuando las canciones son a varias voces». Y si hablamos de un autor, Marco Frisina. El Anima Christi, por ejemplo, es de sus favoritas. También Jubalite Deo.
Mercedes Hurtado fue en 2006 la promotora de este coro, que en definitiva «es un servicio» a la Iglesia de Madrid, y lo dirige desde entonces. «Esto no es un actividad extraescolar —apunta—, no es venir a clase, es preparar una Misa». Efectivamente, la escolanía canta, una vez al mes, la Misa de 12:00 horas de la catedral de Santa María la Real de la Almudena, con el organista titular.
En Navidad las actuaciones se multiplican. Como es tradición, participaron el pasado sábado, 17 de diciembre, en el proyecto Villancicos en Sol, puesto en marcha por la Comunidad de Navidad. Hasta el año pasado, cantaban en la plaza de Pontejos; este lo han hecho en el interior de la Real Casa de Correos, amenizando las visitas del público al belén.
Asimismo, están preparando el Concierto de Navidad que ofrecerán este miércoles, 21 de diciembre, a las 19:30 horas, en la catedral, y la Misa de la Sagrada Familia, el viernes 30 de diciembre, también en el primer templo de Madrid, a las 19:00 horas.
El himno de la Almudena, imprescindible
La directora de la escolanía insiste en que aquí cada niño cuenta. «Esto es una actividad de grupo y todos son necesarios». Y hay mucha necesidad, además: «Siempre hacen falta niños». Actualmente forman el coro cerca de 40 menores desde los 6 años, «de diversas nacionalidades y de distintos colegios». Aunque no todos acuden siempre. Las niñas son más perseverantes, observa Hurtado; a los niños a veces les puede más el fútbol, la natación…
Los cantores están organizados por voces y por niveles, «más bien para motivarlos». Entran en preparatorio y «cuando se saben el Salve Señora y alguna otra, los paso a júnior y se ganan el nombre en la carpeta». El himno de la Almudena es, así, definitivo. Después de un examen sencillo, pasan a ser aspirantes, y «cuando ya se saben todo», y tras un examen de voz, son nombrados escolanos. En este momento, reciben la banda de la escolanía, que se bendice el día del concierto de Navidad.
El proceso suele durar dos o tres años, dependiendo del niño y de la edad a la que entra en la escolanía. Durante este tiempo se someten a una formación continua. «No hace falta que tengan estudios de música» o voces ya trabajadas; «yo les enseño a cantar», puntualiza la directora, pero sí insiste en un asunto importante: el compromiso de los padres. «Lo mejor es que la familia tenga sensibilidad de Iglesia».
También que apuesten por los ensayos, que son lunes y miércoles, una hora por la tarde, más el ensayo general el sábado anterior a la Eucaristía del mes. ¿El resultado? «Todo el mundo está encantado». Los niños, que disfrutan cantando, los fieles y el público en general.