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Espero en tu Palabra’, lema del VI Domingo de la Palabra de Dios: «Una Palabra que permanece siempre viva»

El Domingo de la Palabra de Dios, que la Iglesia universal celebra el próximo 26 de enero, es una iniciativa profundamente pastoral con la que el Papa Francisco quiere hacer comprender lo importante que es en la vida cotidiana de la Iglesia y de nuestras comunidades la referencia a la Palabra de Dios, una Palabra no encerrada en un libro, sino que permanece siempre viva y se hace signo concreto y tangible.

El lema elegido para este año 2025, dentro del Año Jubilar, es un versículo del Salmo 119, Espero en tu Palabra. Se trata de un grito de esperanza: el hombre, en el momento de angustia, de la tribulación, del sin sentido, grita a Dios y pone toda su esperanza en Él.

Daniel Escobar, delegado episcopal de Liturgia de la diócesis de Madrid, explica los detalles de esta jornada y cómo se puede vivir.


El Domingo de la Palabra es una ocasión para ser más conscientes de la importancia de esa proclamación y de cómo, fieles al mandato del Señor y en continuidad con ese anuncio, la Iglesia sigue difundiendo a través de la Palabra, que se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Sin embargo, aunque es esencial al comprender que la iniciativa de la obra salvadora parte del mismo Dios, su culminación solo es posible a través de nuestra respuesta.

El segundo término del diálogo vivo y permanente que Dios ha querido establecer con su pueblo. Así pues, el principal modo concreto por el cual en nuestros días Dios nos habla es el texto plasmado en la Sagrada Escritura, de modo especial cuando esta es proclamada en las celebraciones litúrgicas.

Por eso la Iglesia tiene el cometido particular no solo de comprender, sino también de hacer accesibles los contenidos de la Biblia con la predicación y la enseñanza, de modo que aquello que Dios ha querido manifestar de fruto abundante en nosotros.

Puesto que Dios se revela, contando con nuestra naturaleza humana dentro de la temporalidad, uno de los elementos que favorecen la acogida de la palabra, que es la voz de Dios a los hombres, es el silencio. Así, entre las diversas recomendaciones para este día, la Iglesia nos recuerda la importancia del silencio sagrado, puesto que, en ciertas partes de la Eucaristía, especialmente al concluir la homilía, al fomentar la meditación, se propicia que la palabra de Dios sea recibida interiormente por quienes la escuchan, colaborando con la acción del Espíritu Santo, con quien se vincula también el silencio en las celebraciones.

Infomadrid/Sandra Madrid

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