Quiero acercar a vuestro corazón algunas de las líneas fuerza que tiene la exhortación apostólica postsinodal Querida Amazonia. Debemos sentir con la Iglesia y así preocuparnos por esa parte de nuestro mundo, donde el Evangelio ha de seguir siendo anunciado, al tiempo que creo que hay sugerencias, intuiciones y direcciones que nos viene bien conocer y acoger en nuestro corazón.
Es un texto lleno de propuestas evangelizadoras y de sugerencias. Cuando lo estaba leyendo me acordaba de las cartas de san Pablo a las comunidades cristianas. Por una parte, él constataba la realidad en la que vivían y las dificultades que afrontaban y, por otra parte, los invitaba a tener a Cristo como modelo de vida y a intentar vivir como Él, por Él y desde Él. Recordemos lo que el apóstol decía a los filipenses: «Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús» (Fil 2, 1-5).
Esto mismo es lo que quiere comunicarnos el Papa Francisco en esta exhortación, no solamente a los cristianos de la Amazonia, sino a todos. Hemos sido llamados por el Señor a ir a todos los hombres y a mostrarles la alegría del Evangelio. Hemos de ser creativos y audaces. Por eso, cuando recibimos el texto, nuestra alegría venía también por ver cómo el Sucesor de Pedro busca por todos los medios que todos nos ocupemos y preocupemos por el anuncio del Evangelio y de la misión de la Iglesia, en este caso, en esta parte querida de nuestra tierra. Sentimos alegría porque vemos a una Iglesia que dirigida por Pedro, hoy Francisco, quiere llegar a todos los hombres en el anuncio de Cristo. El Santo Padre subraya que la exhortación no es un sustituto del documento final del Sínodo, que invita a leer «íntegramente», sino que con ella quiere que nos llenemos de «ánimo» para entrar toda la Iglesia en la misión. Y en este caso, en esta parte de la tierra, la Amazonia, como dice san Pablo, «para que se llenen de ánimo sus corazones y, estrechamente unidos en el amor mutuo, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y el perfecto conocimiento del misterio de Dios, que es Cristo». Con este compromiso hemos de leer Querida Amazonia.
En su conjunto, el texto nos sugiere caminos para que la Iglesia se encarne y entre en diálogo con todas las situaciones de la Amazonia. En el fondo nos está recordando a los cristianos la misión que tenemos como miembros vivos de la Iglesia. Hay sueños que nos interpelan: 1) sueño de cómo hemos de responder a la problemática social; 2) sueño de cómo hemos de responder al reto cultural; 3) sueño de cómo mostrar nuestro compromiso para una conversión ecológica y la relación entre la ecología de la naturaleza y la ecología humana, y 4) sueño con el modo de situarse la Iglesia en la realidad de la Amazonia o qué caminos eclesiales seguir, es decir, la inculturación.
1. El sueño social por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, es un reto.
Ante las injusticias el Papa defiende que «es necesario indignarse como se indignaba Moisés, como lo hacía Jesús, como Dios se indigna ante la injusticia». Urge que la voz de los pueblos originarios sea escuchada y promovida su dignidad. ¡Qué hondura tiene el sueño social de una Amazonia que integre y promueva a todos los que habitan esas tierras! El Papa señala que hemos de convertir la Amazonia en un lugar de diálogo social. El grito de los sin voz ha de ser nuestro grito: no más expulsiones y acorralamientos a los pueblos que allí habitan y que construyeron esa bella historia. Que no se provoquen más salidas masivas de los que allí nacieron hacia las periferias de las ciudades, donde no se integran y se les desnuda de lo más propio.
2. El sueño cultural para que se preserve la riqueza cultural y se deje brillar la belleza humana que allí habita.
El Papa Francisco nos recuerda la urgencia y la necesidad de cuidar las raíces e incide en que una visión consumista del ser humano tiende a homogeneizar todas las culturas y provoca que se pierdan las riquezas más grandes y originarias. Hay una riqueza cultural irrepetible de la que son depositarios los pueblos que habitan la zona. Podemos aprender de esa cultura que se desarrolló a través de los tiempos en un enlace o engarce profundo con la naturaleza.
3. El sueño ecológico que sepa custodiar con celo la abrumadora hermosura natural que la adorna.
El Papa Francisco se establece en la línea del magisterio de Benedicto XVI, manifestando la estrecha relación que existe entre la «ecología de la naturaleza» y la «ecología humana». No se puede separar, insiste el Papa Francisco, el cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas. De una manera clara se sustentan uno a otro, de modo que ninguno se puede explotar. La gran sabiduría del pueblo se manifiesta en el cuidado y respeto por todo lo creado y no consintiendo el abuso. ¿Cómo no valorar que en la Amazonia, en sus selvas y ríos, Dios se muestra y reúne a sus hijos, prohibiendo el abuso y haciendo tomar conciencia de los límites?
4. El sueño eclesial de unas comunidades que se entregan y se encarnan en la Amazonia y regalan a la Iglesia nuevos rostros con rasgos propios.
Querida Amazonia reflexiona sobre la misión de la Iglesia en la región y propone caminos eclesiales claros que seguir. La Iglesia siempre está llamada a caminar con el pueblo. Es necesario que crezca la cultura del encuentro y, para ello, el anuncio misionero es insustituible. Las propuestas del Papa Francisco son claras: los valores presentes en las comunidades originarias deben ser recogidos y acogidos en la evangelización. ¡Qué palabras las del Papa y qué alcance tienen! «La auténtica opción por los más pobres y olvidados, al mismo tiempo que nos mueve a liberarlos de la miseria material y a defender sus derechos, implica proponerles la amistad con el Señor que los promueve y dignifica».Hemos de dar gracias al Papa Francisco no solamente por esta nueva exhortación, sino por las enseñanzas para que seamos una Iglesia que provoca una nueva vida en las comunidades. Quiere que la Iglesia se haga diálogo en todas las circunstancias en las que están y viven los hombres.
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos, Cardenal Osoro
Arzobispo de Madrid