El Curso Anual de Catequistas impartido por la Delegación Episcopal de Catequesis ha cerrado enero de 2024 con la sesión sobre el testimonio de los santos, impartida el jueves día 25 por Alberto Fernández, delegado episcopal para las Causas de los Santos, junto a Manuel Bru, delegado episcopal de Catequesis.
En este bloque sobre los testigos de Cristo se han abordado ya las vidas de los apóstoles y la de de los mártires. Fernández comenzó desmontando «algunos mitos». El primero, que lo contrario de un santo no es un pecador. «Entendemos a veces la santidad como algo que nos hace muy buenos», reduciéndola «a una faceta moral del comportamiento». Pero «un santo no es alguien que se porta especialmente bien». Otro error es decir «que un santo es alguien que ha hecho muchas cosas, que ha llevado a cabo obras muy importantes, que se ha esforzado mucho». Esto es una «versión voluntarista».
Fernández explicó en este punto que lo que más define a Dios es la santidad: Dios es el tres veces santo. «Seréis santos porque yo el Señor soy santo», dice el Señor en el Deuteronomio. Por eso, «ser santo es participar del mismo ser de Dios, de su vida», es el que deja de Dios «vaya modelando en él» su propia figura. Como decía san Ireneo, «Dios hace y el hombre es hecho». Por eso «la santidad es la obra paciente de Dios en la historia del hombre».
Hay gente, aseveró el delegado, «que son verdaderos santos; hay personas que viven con el corazón abrasado en el amor de Dios y el amor a los hermanos» y que coinciden en tiempo «con nosotros». Son los «santos de la puerta de al lado», como dice el Papa Francisco con una «expresión felicísima», los que «viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios». Quizá estos nunca sean oficialmente canonizados, pero son igual de santos que ellos, subrayó Fernández. «Son una caricia de Dios en nuestra vida».
Modelos en el seguimiento de Jesucristo
Pasa que, «de entre todos, la Iglesia escoge a algunos para proponerlos para la beatificación y la canonización». La Iglesia los propone como modelos, pero esto «no quiere decir que se tenga que imitar su vida, porque para cada uno de nosotros Dios tiene un camino único de santidad». Quiere decir que «nos señalan que es posible», que si ellos, hombres de barro, «se han dejado hacer por Dios hasta el punto de alcanzar esta santidad de vida, ¿por qué yo no?».
Abundando en esto, el delegado apunto que «no hay recetas para la santidad; mi santidad se juega en la respuesta personal que le doy yo a Dios en mis circunstancias concretas, con mi vida y con mi historia». A veces Él no muestra el camino completo, sino el paso siguiente, y para ese paso «da la gracia». En la mano del hombre está «pedir luz a Dios para conocer su voluntad ahora y fuerza para cumplirla». De ahí que en los procesos de canonización se ve cómo «la santidad va creciendo», poque está no es estática.
De hecho, a veces «en la misma circunstancia Dios nos pide cosas distintas». Y aquí puso el ejemplo de san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Ante la enfermedad, «para cada uno Dios tiene un camino único». Por eso, «ojo con querer imitar a los santos en su vida porque entonces no será nuestra vida; les imitamos en su seguimiento y en su sí a Dios, pero no en sus circunstancias concretas porque no son las nuestras».
Los santos para los niños
A los catequistas les recordó «que los niños tienen capacidad para aprender relatos y conocer nombres, y les atrae», y los animó a, teniendo historias reales de santos, «generar en el corazón del niño que el testimonio de los santos les interese». El Concilio Vaticano II recoge que «Dios se revela en los santos», y por eso, «si la catequesis consiste en que los niños conozcan el rostro de Dios, los santos son un modo muy vivo» para esto. En cada santo «podemos ver una cara del diamante que es Dios».
Fernández puso dos ejemplos concretos de jóvenes que están en proceso de canonización y cuyos testimonios de vida son «muy potentes» para los niños y jóvenes: el beato Carlo Acutis y Chriara Corbella. Y se refirió también a tres niñas madrileñas que están en proceso de beatificación: las siervas de Dios Pilina (enterrada en la parroquia San Ginés), Alexia (enterrada en la iglesia de San Martín) y Mari Carmen (enterrada en la parroquia Santa María de Caná).
Para concluir, el delegado para las Causas de los Santos de la diócesis de Madrid presentó a los catequistas presentes la ruta Santos por Madrid, una propuesta para visitar a todos los santos que hay enterrados en Madrid. Y concluyó con una pregunta: «¿Os imagináis que un niño en catequesis se encuentra con un catequista santo?». «Un catequista santo es el mejor modo de que el niño conozca a Dios».