«Quisiera acercar a vuestra vida que, el Señor, «habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo»». Así ha comenzado el arzobispo, cardenal Carlos Osoro, la predicación en la celebración de la Cena del Señor en la catedral de Nuestra Señora la Real de la Almudena. Un recordatorio de que «Dios no nos deja solos: Dios nos quiere».
Hoy es un día que, como ha dicho el arzobispo, es memorable: «El amor de Jesús traspasa el espacio y el tiempo». Hoy celebramos que «Jesús ha querido permanecer entre nosotros con la Institución de la Eucaristía y con el Orden Sacerdotal», ha explicado. También ha querido compartir el recuerdo infantil del día de su Primera Comunión: en las tarjetas de recordatorio de ese día, «mis padres pusieron: «el día más feliz de mi vida»», ha recordado, «y ha sido mi felicidad vivir en comunión con Jesucristo». Don Carlos ha afirmado que la Eucaristía provoca cambios sociales y personales en quienes se acercan a él: «limpia nuestra vida de egoísmos» e invita a «ver en cada hombre la imagen del mismo Cristo».
También ha querido invitar tanto a quienes han podido acudir a la catedral, como a quienes la siguieron a través de La 2 de RTVE o del canal de Youtube de la archidiócesis a contemplar la escena del lavatorio de los pies: «Jesús se arrodilla ante todo ser humano. Toca lo sucio que hay en cada ser humano y nos entrega la libertad. […] Es como si nos dijera: «tu vida es valiosa y yo la amo»», ha dicho. Ha querido recordar que el gesto de lavar los pies, en aquella época, era propio de esclavos. «¡El gesto de Jesús es revolucionario!». Parafraseando al Papa Francisco, Jesús no es un vendedor de humo, es un profeta y nos propone una revolución del amor y de la ternura y «nos pide a nosotros que hagamos esta revolución. Pero no solos; en comunión cón él».
«¿Dejarás que hoy a ti te limpie los pies el Señor?», ha preguntado a los presentes. «Lo único que se nos pide es que nos dejemos amar por el Señor y, también, que nosotros nos amemos de verdad». Jesús nos lava los pies para enseñarnos lo que es amar. La eucaristía, como ha explicado el arzobispo, es un «derramamiento del amor».
En el día del Ministerio Sacerdotal, el cardenal también ha querido tener unas palabras para los sacerdotes: «La Iglesia necesita testigos de la trascendencia, de la vida y de la esperanza». Y ha dado gracias a Dios, por la presencia de los acólitos de la misa que, como seminaristas de Madrid, colaboran con las celebraciones. «Gracias a Dios porque el Señor nos regala vocaciones de personas que, con futuros distintos, deciden aceptar la propuesta que nos hace el Señor: «¡Entrega mi amor!»».
En la eucaristía que da inicio al Triduo Pascual también estuvieron presentes los obispos auxiliares de Madrid: monseñor Juan Antonio Martínez Camino, SJ; monseñor José Cobo Cano y monseñor Jesús Vidal Chamorro, además de una docena de presbíteros y numerosos seminaristas y creyentes de Madrid.
Jesús «no pide carné para acoger en su mesa»
Por la mañana, el arzobispo de Madrid ha celebrado la Cena del Señor en la cárcel de Soto del Real, junto a 225 internos. La Eucaristía ha sido especialmente «intensa», en palabras de Paulino Alonso, el capellán, con el lavatorio de los pies como uno de los momentos más significativos. Doce internos, todos varones puesto que Soto es cárcel de hombres, han participado de un rito que siempre les emociona, «el gesto de Jesús» en el cardenal Osoro «que se abaja y les besa el pie».
Sobre esto, el arzobispo les ha recordado en la homilía que precisamente «Jesús se arrodilla delante de nosotros» y les ha hecho ver la importancia de «ponerse al servicio de los demás». Refiriéndose a la última cena, les ha trasladado cómo Jesucristo «se fía de nosotros» y cómo «se entrega a todos en la cena». «Él no pide carné para acoger en su mesa, viene para todos y se sienta con todos y cada uno».
También les ha recordado el cardenal Osoro que todos «somos hijos de Dios», y por tanto hermanos entre nosotros, y les ha animado por tanto a «ser capaces de vivir como hijos de Dios y hermanos de los hombres».
La visita del purpurado al centro penitenciario de Soto se ha completado con una visita al módulo de enfermería, donde los internos enfermos siempre le reciben con emoción y «cariño». «Es una visita muy fuerte, se sienten muy reconfortados», apunta el capellán, que habla también de ese sentimiento de que alguien se preocupa por ellos.
La cárcel de Soto continuará las celebraciones de la Semana Santa este Viernes Santo con un vía crucis por la mañana, seguido de la primera procesión que se hace en la prisión en su historia. La talla de Jesús de la Hermandad del Nazareno de Colmenar Viejo procesionará a hombros de una veintena de internos por delante de cada uno de los módulos. Además, el coro de la cárcel interpretará saetas al paso del Cristo.