La Misa propia de la solemnidad de San Juan Bautista celebrada esta mañana en la catedral de Santa María la Real de la Almudena ha sido aplicada en acción de gracias por los nueve años de pontificado del cardenal Carlos Osoro como arzobispo de Madrid.
Presidida por el administrador apostólico de la diócesis, en ella han concelebrado los cardenales Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid, Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, y Aquilino Bocos, CMF; el arzobispo castrense, Juan Antonio Aznárez; el arzobispo electo de Madrid, José Cobo, y los obispos auxiliares, Jesús Vidal y Juan Antonio Martínez Camino, SJ; el nuncio de Su Santidad, Bernardito C. Auza; el arzobispo emérito de Burgos, Fidel Herráez, y el de Zaragoza, Vicente Jiménez; el obispo de Calahorra y La Rioja-Logroño, Santos Montoya, el de Guadalajara, Atilano Rodríguez, y el de Palencia, Manuel Herrero, osa; el obispo auxiliar de Valencia, Esteban Escudero; y los obispos eméritos de Palencia, Javier del Río, Getafe, Joaquín María López de Andújar, Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá, Carora (Venezuela), Luis A. Tineo, y Callao (Perú), José Luis del Palacio. Además, más de 200 sacerdotes, distribuidos por el presbiterio y el altar de la Virgen, se han sumado a esta celebración que ha estado animada por el Coro de la catedral de la Almudena, bajo la dirección de Félix Castedo, y a la que han asistido numerosos fieles, entre los que se encontraban el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, el ex ministro José Bono o el ex alcalde de la ciudad, José María Álvarez del Manzano.
«He querido estar con todos»
Al comienzo de su homilía, el cardenal Osoro ha manifestado su agradecimiento a todas las personas presentes en la Eucaristía. Gratitud que ha trasladado de manera especial al cardenal Rouco, «que me entregó la archidiócesis de Madrid hace nueve años con toda la riqueza que su ministerio y gobierno había fraguado la vida de esta Iglesia diocesana. Gracias, señor cardenal».
«Me despido como arzobispo de Madrid y comienzo una etapa nueva en mi vida», ha dicho, «en la que las responsabilidades de gobierno pastoral de la diócesis terminan, pero me sigue quedando la responsabilidad que recibí con mi ordenación: entregar con mi vida la mejor noticia, la persona de Jesucristo». A continuación, y antes de realizar un repaso por las distintas etapas recorridas a lo largo de su vida, ha asegurado que «todos los lugares donde he estado han sido una gracia de Dios», evocando de forma singular «aquellos años vividos tanto en el Colegio Mayor de El Salvador, como en la Universidad Pontifica de Salamanca, que son para mí dos realidades que junto con los profesores que tuve y los formadores, fraguaron mi vida y mi formación sacerdotal».
En alusión a la Palabra proclamada, ha asegurado que «agradezco al Señor que a través de la Iglesia me siga recordando que me regaló una tarea especial». «Gracias, Señor, por tu elección y perdón por todas mis fragilidades e inconsecuencias que he tenido en la misión para la que tú me elegiste». «Pido al Señor que me perdone todo lo que no me hizo dar testimonio claro de Él. Y a todos vosotros os pido misericordia: quise pasar junto a vosotros haciendo el bien, pero sé que en algunas ocasiones no lo logré. Perdón, misericordia y gracias», añadió, afirmando que «doy gracias a Dios por este itinerario de mi vida episcopal. Aprendí a amar, servir y dar la vida en la Iglesia a la que quiero con toda mi alma» y en la que «el anuncio de Jesucristo ha sido mi pasión».
En su lista de agradecimientos, no ha querido olvidar a nadie, mencionando a sus obispos auxiliares, al presbiterio diocesano, a la vida consagrada, a los dos seminarios madrileños -Conciliar y Redemptoris Mater- y sus seminaristas, «a los que he querido y he seguido su formación con toda mi alma»; y a «todos los que habéis asumido responsabilidades conmigo en el gobierno pastoral», así como a «todas las personas que el Señor me regaló en Madrid y puso a mi lado para que fuera su pastor. Ojalá en mi guía no hayáis tenido la sensación de ser extraños, sino de haber tenido padre y pastor».
«He querido estar con todos, a los de dentro, a quienes he animado a que se acerquen y estén también con los de fuera», ha afirmado, manifestando su agradecimiento al Señor por todos los que le han ayudado, con un recuerdo especial y agradecido hacia la Institución Teresiana « que en la complejidad de mi ministerio, en todos los lugares donde he estado como Pastor, desde siempre he sentido su ayuda, cercanía, entrega y amor a la Iglesia, así como su compromiso en ser siempre manos, pies, corazón y vida de la Iglesia».
«Rezad todos por mí, ha exhortado a los presentes. Os entregué mi tiempo, mi saber y mi hacer, estuve siempre ocupado por vosotros, perdonadme las veces o los momentos en los que os fallé en mi dedicación. Desde hoy mi trabajo y dedicación fundamental será seguir rezando por vosotros. Recé por todos vosotros, ahora lo seguiré haciendo con la gracia de Dios, con más tiempo y dedicación a la oración». Y ha concluido poniendo «a la Iglesia diocesana en manos de Nuestra Señora de la Almudena, a quien le digo: ¡ruega por nosotros!».
Homenaje y agradecimiento
Después de la Comunión, y como homenaje especial, se ha podido escuchar en el templo La fuerza de la cruz. Se trata de la XV estación del Vía Crucis de Toño Casado, cuya letra ayudó a componer el cardenal Osoro, y que ha interpretado en su honor el sacerdote y compositor, acompañando con su voz y al piano a los músicos Adrián Salcedo, Inma Mira y María Virumbrales.
A continuación, monseñor Jesús Vidal ha dirigido unas palabras de agradecimiento al cardenal Osoro. En concreto, ha subrayado dos ejes «que han estado en el centro de su corazón y de su ministerio pastoral en Madrid» y «son la herencia que nos deja». El primero de ellos, «su deseo de comunión y de cercanía a todos en una diócesis tan grande y heterogénea como la de Madrid, con zonas urbanas inabarcables y una gran multitud de pequeños pueblos que no ha querido olvidar, especialmente en este último tiempo de su ministerio». «Nos ha regalado gestos con los que ha querido mostrar la mirada especial que Dios tiene para cada uno y que quedarán como impronta de su paso por nuestra diócesis», como los que ha tenido «hacia los más pobres, hacia los migrantes y los presos» así como «hacia las víctimas de abusos» o la vida consagrada, las familias y los jóvenes. De todos ellos, ha asegurado que los seminarios «son la niña de sus ojos».
«Y todo ello para anunciar el evangelio, pues si comunión es la primera palabra que define su ministerio, la segunda, intrínsecamente unida a ella es misión». «Ha querido llevar adelante la conversión pastoral que el Papa Francisco nos proponía en Evangelii Gaudium, impulsando a todos los miembros del Pueblo de Dios a través de la visita a multitud de parroquias y de los Encuentros para la misión con los sacerdotes». Además, «su brazo ha estado permanentemente tendido a los que piensan diversamente, a las autoridades y agentes sociales de toda ideología, a los artistas, pensadores y científicos de variada sensibilidad, se ha prodigado para acercar a todos a la luz de un Cristo victorioso sobre todas las pesadumbres de la vida humana».
Por todo ello, ha asegurado que «nos ha amado con un verdadero corazón de Padre y Pastor». «La diócesis de Madrid queda definitivamente unida a su ministerio y estamos seguros de poder seguir contando, ahora sin el peso de la responsabilidad, con su cercanía y su cariño, con su palabra y su consejo y, sobre todo, con su sacrificio y oración».
Para finalizar, y recordando el deseo del cardenal Osoro de que la catedral sea un santuario mariano al que poder acudir para encontrarse con la Madre, «junto a una placa que recoge la memoria de tanto bien recibido, queremos hacerle un regalo sencillo: un rosario con la imagen de la Virgen de la Almudena, para que lo tenga en su capilla y nos siga poniendo junto al corazón de la Madre. Que la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Almudena, le sostenga como fuerte columna y le bendiga por tanto bien que ha hecho entre nosotros».
«Gracias por vuestra compañía, por vuestro trabajo, por vuestra entrega», ha concluido emocionado el cardenal Osoro, reiterando su gratitud a las personas que han conformado su equipo de gobierno durante estos años de pontificado. «Gracias a todos», ha insistido. «Hemos hecho comunión aquí, en esta diócesis de Madrid». «Gracias a todos. Y gracias por supuesto a este presbiterio diocesano que me ha acompañado» y «a todo Madrid».
Tras el himno a la patrona de Madrid, Santa María la Real de la Almudena, ha impartido la bendición a los fieles.