«Renovar nuestra fe y a ser instrumentos de paz». Esta ha sido la invitación del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid en la Misa del Gallo en la catedral, cuando el reloj marcaba las 00:30 horas este día de Navidad. En una noche marcada por el recogimiento y la esperanza de la Navidad, el arzobispo de Madrid ha presidido la misa del Gallo en la catedral de la Almudena, acompañado de los obispos auxiliares Jesús Vidal, Vicente Martín y José Antonio Álvarez.
Durante su homilía, ha reflexionado sobre el profundo significado del nacimiento de Jesús como un acto de humildad y cercanía, invitando a los cientos de fieles que han participado en la celebración a encontrar en el pesebre un espejo en el que mirar sus propias vidas. «El pesebre no es sólo una historia bonita para recordar, es un espejo donde esta noche podemos mirarnos todos. Nos pregunta cuáles son nuestros pesebres, esos lugares vacíos, oscuros o rotos donde Dios quiere nacer si le dejamos».
«Nos acordamos esta noche de toda la gente que está en guerra, de aquellos lugares donde aún se rechaza al Príncipe de la Paz»
El cardenal destacó que esta celebración es un acto de fe que renueva el compromiso de los cristianos con la misión de anunciar al mundo el amor, la paz y la salvación. En este sentido, quiso recordar a las víctimas de la guerra, recordando la urgencia del mensaje de paz que trae el Niño Dios. «Nos acordamos esta noche de toda la gente que está en guerra, de aquellos lugares donde aún se rechaza al Príncipe de la Paz porque la violencia es más importante que la humanidad», expresó. Así, llamó a los fieles a ser instrumentos de reconciliación y esperanza en medio del sufrimiento, mostrando con su vida la gloria y la ternura de Dios. Asimismo, subrayó la necesidad de la humildad para comprender el significado de la Navidad y para asumir la misión que Dios encomienda a cada persona. «Esta Noche, al contemplar el Belén, no sólo renovamos nuestra fe, sino que somos enviados a anunciar al mundo la paz y la salvación», aseguró. «Descubrámoslo en lo cotidiano y en lo aparentemente insignificante, en la presencia de un Dios que transforma la vida y llena de sentido incluso las situaciones más difíciles».
Al concluir la misa, el cardenal Cobo despidió a los fieles a las puertas templo deseándoles una feliz Navidad en una noche fría madrileña, pero cálida en el espíritu de acogida que trae el nacimiento del Niño Jesús. «Que esta Noche saque de nosotros una sonrisa, una carantoña, una gota de ternura para participar en la misión de la Iglesia de anunciar la gloria de Dios, que está muy cerca», concluyó.
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