A la conclusión de la Misa del Miércoles de Ceniza en la catedral ha comenzado la vigilia de oración por la paz que había convocado el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, para este día, siguiendo el llamamiento expreso del Papa Francisco. Organizada por la Comisión Diocesana Justicia y Paz, ha contado con la presencia de miembros de la comunidad greco-católica en la diócesis y su capellán, el padre Ivan Lypka.
Han sido ellos quienes han acompañado la oración con sus cantos, y también han ofrecido sus testimonios. El joven Maxim ha leído un texto de Valentyna Pyrogova, que se encuentra cerca de la frontera. Una llamada de su hermano desde Kiev la despertó en la madrugada del 24 de febrero. «La guerra, en la que no queríamos creer, ha estallado». Una guerra empezada «contra un pueblo pacífico en las horas más profundas del sueño, como una ladrona». Casas, hospitales «y hasta parques zoológicos» están quedando en ruinas por los bombardeos que afectan de lleno a la población civil.
«Los ucranianos no quieren esta guerra –ha leído el joven en nombre de Valentina–, pero van a defender su país hasta el final». En este punto, ha agradecido el apoyo demostrado por la población española, porque «realmente es muy importante para nosotros saber que no estamos solos en esta guerra». «¡Estamos unidos en la oración por la paz en el mundo!», ha concluido.
La vigilia ha tenido tres momentos de oración que han partido de la Palabra de Dios, y en los que se han ido intercalando momentos de silencio con otros de alabanza y de súplica. Los asistentes han podido reflexionar al hilo de diferentes textos, entre ellos el mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de 2013 –poco antes de su renuncia–, en el que aludía a la paz en cuatro dimensiones: con Dios, «viviendo según su voluntad», con uno mismo, con el prójimo y con la creación.
Igualmente se ha podido escuchar un extracto del mensaje del Papa Francisco para esa misma efeméride de 2019. En ese momento ya expresaba que la paz «es como una flor frágil que trata de florecer entre las piedras de la violencia», y advertía del ejercicio de la política como un «instrumento de opresión» cuando no se vive como «un servicio a la comunidad humana». Frente a esto, continuaba Francisco en su mensaje, si la política «se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad».
Los congregados en la catedral han implorado a Jesucristo, «príncipe de la paz», que «esta guerra injusta no derive en una grave crisis humanitaria» que, de hecho, «empieza a producirse». También se ha pedido por los gobiernos de las naciones, para que «unan sus esfuerzos para suprimir […] toda clase de violencia» y por el respeto de los derechos humanos, entre otros.
«La guerra pone en cuestión la fraternidad en el mundo entero»
Por su parte, el arzobispo de Madrid, que además es ordinario para los fieles católicos de rito oriental de España –entre los que se encuentra la comunidad greco-católica ucraniana–, ha asegurado a los ucranianos que «estáis en vuestra casa» y ha tenido muy presentes a quienes sufren las consecuencias del conflicto directamente. «Estamos viviendo momentos no fáciles. La guerra está dividiendo y viviéndose con una fuerza extraordinaria en Ucrania y pone en cuestión la fraternidad en el mundo entero», ha lamentado, con el vicario del Ordinariato, Andrés Martínez, a su lado.
En este sentido, ha reivindicado el valor de la fraternidad para que todos «se sientan acogidos y sostenidos porque son parte de la familia humana» e, igual que en su carta semanal, ha aludido a la frase «lapidaria» de san Juan Crisóstomo de que «nada en el mundo es más fuerte que el justo que reza» y de que «el hombre que reza tiene sus manos en el timón de la historia».
Según ha destacado, «el timón de la historia lo lleva es Dios» y a este Dios «le pedimos por nuestros hermanos los ucranianos, que les llegue la paz, que puedan vivir la fraternidad». «El hombre que reza tiene sus manos en el timón de la historia. No lo tienen las armas, los tanques, las bombas. Lo tiene Dios. Y por eso esta noche venimos a pedirle a Dios que llegue la paz», ha abundado.