La catedral de la Almudena ha abierto ya al público la nueva capilla dedicada a san Juan Pablo II tras su inauguración por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, el pasado domingo, 13 de noviembre. El acto congregó a numerosos fieles, muchos de ellos de la comunidad polaca de Madrid, y autoridades.
Entre otras, la embajadora de Polonia, Anna Sroka; el viceministro de Relaciones Exteriores, Marcin Przydacz, y la directora del Instituto Polaco de Cultura, Gabriela Słowińska. Además, se encontraba el padre Marek Raczkiewicz, CSsR, que acompaña a la comunidad polaca de Madrid, y el arquitecto Benjamín Cano, del estudio Cano y Escario, que ha desarrollado el proyecto.
La capilla supone, en palabras del deán de la catedral, Jorge Ávila, «saldar una deuda con san Juan Pablo II», un Pontífice estrechamente ligado a Madrid y a la propia catedral, puesto que fue él quien la dedicó en 1993. El espacio que tenía el primer templo de Madrid era «muy pequeño y en una esquina».
Desde ahora tiene dedicada la capilla lateral que hay junto a la sacristía mayor. A diferencia del resto de capillas del primer templo de Madrid, esta no es solo para mirarla, sino también para acceder a ella. Es una capilla «muy distinta —pero todas las demás son muy distintas entre sí—», que mantiene el carácter penitencial originario y, de ahí, el confesionario que se encuentra en su interior.
También está dotada de un sentido peregrino: el fiel podrá hacer un recorrido contemplando fotografías del llamado Papa viajero, pero también contemplando su magisterio. Se está preparando ya, a través de un código QR, la posibilidad de rezar el padrenuestro, el avemaría y el gloria con el santo polaco, en diferentes idiomas.
Capilla «muy eclesial»
La roca que se encuentra a la entrada es quizá uno de los símbolos más llamativos. En mármol negro marquina, con un peso de tres toneladas, remite el primado de Pedro. Por eso, explica el deán, es una capilla «muy eclesial, en la que pedir también por la Iglesia». Los presentes en la inauguración pudieron llevarse de recuerdo trozos pequeños de la piedra sobrante.
En la parte frontal lleva incorporada una placa con las primeras palabras que pronunció Karol Wojtyla nada más ser elegido Papa: «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!». Un llamamiento que, explica el deán, podría ser una «bonita actitud» del visitante ante la capilla: «Entrar, no temer y abrir las puertas a Cristo».
La capilla se mantendrá abierta permanentemente con la luz básica: el panel del Papa que recubre el confesionario y las tres luminarias que cuelgan del techo, que representan la Santísima Trinidad. En uno de los rombos laterales, también retroiluminados, se ha situado el relicario que se conservaba en la catedral, en ese primer espacio dedicado al Papa polaco, que alberga una ampolla con su sangre.
Un Papa de esperanza
Los presentes en la inauguración pudieron también admirar una pequeña exposición de paneles instalados por el Instituto de Cultura Polaco, que lleva por título Juan Pablo II, el Papa del diálogo. Y recordaron, junto al arzobispo de Madrid, a un Papa que todos sentían cercano.
El propio cardenal Osoro hizo memoria de su relación personal con san Juan Pablo II, que fue quien le nombró obispo de Orense y arzobispo de Oviedo. Fue durante la homilía de la Misa que precedió a la inauguración, en el día en que la Iglesia celebraba la Jornada Mundial de los Pobres. Precisamente puso en valor la defensa que hizo de ellos el Pontífice: «Le pedimos que él, que tanto interés tuvo por los más pobres de este mundo, siga intercediendo por nosotros».
Sobre la capilla, afirmó que será un lugar en que «podemos orar, confesar, donde podemos tener experiencia de un hombre que amó con todas las consecuencias a todos los hombres». Un santo, dijo, que «pasó por todos los lugares de la tierra intentando hacer ver y regalar el amor de Dios», y en este sentido, el arzobispo recordó aquellas palabras rotundas del Papa polaco: «El amor vence siempre».
También afirmó de él que fue un hombre de esperanza, que en todos sus viajes trasladó la fidelidad de Dios al hombre: «Dios nunca abandona». Y concluyó destacando cómo «alcanzó el corazón de tantos jóvenes» y la manera en que, con él, «aumentaron las vocaciones vividas en radicalidad».
Ya durante la inauguración de la capilla, y antes de bendecirla, el arzobispo de Madrid pidió a Dios que todos los hombres, con la «palabra y el ejemplo» del santo polaco, «proclamen el Evangelio […], se entreguen totalmente a tu servicio y al de los hermanos», y «cumplan sus deberes como ciudadanos de este mundo llenándolo del Espíritu de Cristo».
La jornada concluyó, ya a la tarde, con el concierto Unum cor et anima una, con música de Wojciech Kilar y Romuald Twardowski bajo la dirección de Pawel Radzinski.