Jeremías 33,14-16; Tesalonicenses 3,12- 4,2; Lucas 21,25-28. 34-36
HABLA LA PALABRA: Hora de levantarse
Todos los verbos de las lecturas de este primer domingo de Adviento señalan el futuro y expresan consuelo y esperanza:
- Jeremías profetiza que “vienen días” en los que se cumplirá la promesa de Dios: “haré brotar un Germen justo que practicará el derecho y la justicia”.
- El salmista le pide al Señor que le enseñe sus caminos y le instruya en sus sendas.
- Y san Pablo le pide que les otorgue a los tesalonicenses la gracia de poder vivir el amor mutuo y el amor a todos, vivir el Evangelio.
- El final del primer párrafo del Evangelio es estremecedor, y representa una llamada ineludible de Dios a dejar de amodorrarnos y a levantarnos: “Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”.
HABLA EL CORAZÓN: ¿La vida tiene sentido?
Si pensáramos en pagano, podríamos extrañarnos hasta tal punto de esta sentencia que nos diríamos:
- ¿Pero de qué me tengo que levantar? ¿Acaso estoy postrado o dormido?
- ¿Por qué tengo que alzar la cabeza? Nos han enseñado que hay que mirar al suelo, no al cielo, que lo importante es el aquí y el ahora, y lo demás es soñar.
- ¿Qué liberación es esa? Yo soy libre, no necesito que nadie me libere…
Pero no es así. Sinceramente:
- ¿No es verdad que no siempre afrontamos un nuevo día con alegría y con ilusión?
- ¿No es verdad que muchas veces nos refugiamos en nuestras propias seguridades para huir de los problemas?
- ¿No es verdad que los afanes de la vida nos distraen de tal modo que no sabemos parar, mirar a lo alto y dejar que Dios nos susurre su protección, su misericordia, su amor?
También el Evangelio de hoy nos advierte de aquellas cosas que pueden distraernos para no levantar la mirada: “No se os embote la mente con el vicio, la bebida, y los agobios de la vida; y se os eche encima aquel día”.
- ¿Tiene sentido la vida que se nos ha dado? De verdad, ¿tiene un solo, un gran, un definitivo sentido mi vida, ese sentido que la define, la explica, la encara, la empuja, la fortalece, la hace incluso apasionante?
- El Adviento es el tiempo de hacer más a fondo la experiencia existencial de la búsqueda de sentido; la experiencia de la búsqueda de las razones para la esperanza contra toda desesperanza.
- ¿Tiene sentido la vida que se nos ha dado? De verdad, ¿tiene un solo, un gran, un definitivo sentido mi vida, ese sentido que la define, la explica, la encara, la empuja, la fortalece, la hace incluso apasionante?
HABLA LA VIDA: El ultra-sentido de la vida
El prisionero 119.104 de Auschwitz replanteó como psicólogo todo su pensamiento a partir de la vivencia personal y la observación de sus compañeros de tormento. Su experiencia le decía que en las circunstancias de mayor privacidad de libertad exterior, el hombre encuentra la libertad interior que nada ni nadie le puede quitar; el valor humano del sufrimiento, y la necesidad radical de transcendencia.
Se decía: “la máxima preocupación de los prisioneros se resumía en una pregunta: ¿sobreviviremos al campo de concentración? De lo contrario, todos esos sufrimientos carecerían de sentido. La pregunta que a mí, personalmente me angustiaba, era esta otra: ¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir al internamiento. Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida”.
Su conclusión, forjada en una lucha durante años por mantener la libertad interior y la dignidad personal en el campo de exterminio, fue esta: “Preguntarse por el sentido de la vida, y encontrarlo, es la clave de la felicidad y de la salud psíquica. Es necesario hacer algo, trabajar por algo, vivir con intensidad algo o amar a alguien”. Así, Victor Fankl, fundó la logoterapia o terapia del sentido de la vida, analizando las verdaderas motivaciones existenciales, aquello por lo que vivimos: los “sentidos” de la vida, y llegar a descubrir y optar libremente y globalmente por el “ultra-sentido”, que es “capaz de orientar todos los sentidos a un único fin que responda al Ser del sentido, pues el único sentido del ser se identifica con el único y último Ser del sentido”.
Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.