Una de nuestras reseñas anteriores ha sido dedicada a considerar uno de los aspectos más representativos de Santa María la Real de la Almudena: la corona de la Virgen. Recordamos como, a lo largo del tiempo, la talla de la Almudena ha mostrado diferentes adornos, de coronas y alhajas, reflejo y símbolo de la majestuosidad con la que se quiere rodear a la imagen.
Desde las primeras décadas del siglo XVIII, sobre el aderezo de la Virgen, destacan las referencias relativas a las coronas realizas por el prestigioso platero Cristóbal de Alfaro. Desgraciadamente, no han llegado hasta nuestros días. En un desgraciado robo acaecido en la parroquia de Santa María, en la noche del 3 al 4 de marzo de 1827, desaparecieron notables bienes del templo, y entre las piezas perdidas, se encontraban las coronas de Alfaro.
En el archivo de la Congregación de la Real Esclavitud se conserva un informe que recoge, con gran dolor, un listado con los objetos sustraídos en el robo. Citamos algunos de ellos:
- Una corona de ocho imperiales con sobrecorona de plata dorada guarnecida de diamantes rosas tablas y fondos, con esmeraldas y crisolitos, y de dicha corona pendía una perla en figura de calabacita algo defectuosa y como peso de adarme y medio, poco más o menos, que tenía la santa omagen sobre la cabeza.
- Un rostrillo todo de oro guarnecido con 1.900 diamantes en tablas y fondos, poco más o menos, de varios tamaños, que tenía la misma Señora.
- Una corona de seis imperiales, que tenía el Niño de plata sobredorada guarnecida de diamantes rosas en tablas y algún fondo, con esmeraldas crisolitos y algún zafiro.
- Una cruz pequeña de plata sobredorada.
- Una cruz de oro con copete guarnecida de espejuelos.
- Un relicario ovalado de plata afiligranada con varias reliquias.
- Un corazón de plata liso.
- Un collar de perlas falsas de grueso tamaño que tenía el Niño.
Enseguida, la Junta de Gobierno de la Real Esclavitud resolvió encargar una nueva corona para la Patrona de Madrid. Para ello se invitó a colaborar a todo el pueblo madrileño: (documento del 21 de julio de 1827):
La Junta particular del gobierno de la Real Esclavitud de Nuestra Señora de la Almudena, patrona de la Villa se dirigirá a Vd con la mayor confianza recordando con dolor que, como es notorio, en la noche del tres al cuatro de marzo de este año fue sacrílegamente robada la preciosa corona que adornaba la Santa Imagen, con otras alhajas de valor, que la piedad de Nuestros Augustos Reyes, de los Grandes de España y de todo el pueblo de Madrid habían ofrecido con singular devoción por los años de 1641, famosa en época de devoción a esta Santa Imagen se esmeró muy particularmente a ofrendas de alhajas preciosísimas en testimonio de su gratitud por los beneficios recibidos por la Intercesión de María Santísima, suplicada en su antiquísima Imagen de la Almudena, Patrona de Madrid […]. La Junta de Gobierno de la Real Esclavitud se cree pues obligada a abrir una suscripción en la que todo el pueblo de Madrid desahogue el fervor de su devoción a su Patrona, excitándolo a una ofrenda voluntaria, para con su producto presentar a la Santa Imagen, a nombre de todo el Pueblo otra corona, sino tan preciosa, pero a lo menos que no deshonre la devoción a la Patrona de la Capital de España.
La nueva corona fue realizada y entregada un año después, en 1828, por el orfebre Luis Pecul y Crespo. Hoy podemos verla, en la exposición permanente del Museo de la Catedral de la Almudena.
La corona de la Virgen está compuesta por ocho rosetones con un botón liso en cada uno de ellos. De cada rosetón salen los imperiales en forma de ese. En el centro, una sucesión de botones repujados que se ensanchan en forma de corazón. Dentro de este corazón hay otro rosetón con media bola lisa que uno los ocho imperiales, que se recogen con una base en forma de laurel y una bola que culmina la cruz. En el caso de la corona del Niño, aun siendo de menor tamaño, presenta idéntica composición, aunque sin guirnaldas.
Luis Pecul y Crespo (1770-1829) forma parte de una importante familia de plateros de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Su padre, Claudio Pecul, de origen francés, tenía un taller de plata en Santiago de Compostela, y allí se formaron sus tres hijos: Francisco, Jacobo y Luis.
Luis se trasladó a Madrid a realizar sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Acabó asentándose en nuestra ciudad y abrió un taller propio. También trabajó varios años como broncista para la Casa Real, realizando piezas para las habitaciones privadas, como camas, tocadores o reclinatorios.
Las piezas tienen marcas de 1828, y por lo tanto se trataría de una de las últimas obras realizadas por este orfebre. Como destaca Óscar Uceta en el catálogo de platería del Museo de la Catedral de la Almudena, son piezas de una gran calidad, donde la buena ejecución se percibe en el excelente trabajo de fundido de cada uno de los elementos que adornan la pieza (las flores, las estrellas, las guirnaldas…).
Asimismo, los diversos documentos del archivo de la congregación nos dan una idea de cómo fue el proceso de elaboración de este conjunto, conformado finalmente por tres piezas: dos coronas y un rostrillo. Se conservan las facturas de los diferentes pagos que Luis Pecul recibió por parte de la Real Esclavitud para sufragar el coste de las piezas: «Don Luis Pecul, platero broncista y dorador de Cámara de S.M. ha construido una corona, sobrecorona, rostrillo y corona del Niño, todo de plata dorada para la santa imagen de Nuestra Señora de la Almudena, de “horo” y plata dorada y “echura”, es su valor el de veinte y seis mil reales de vellón, para esta obra tengo recibido diez y ocho mil reales en dos tercios, y se restan ocho mil reales de vellón. Se me restan de esta obra la cantidad de … 8000 reales. Madrid, 3 de septiembre de 1828. Firmado».
Este juego de coronas y rostrillo fue utilizado hasta finales del siglo XIX, cuando terminó la costumbre de vestir a la imagen de la Virgen de la Almudena. Desde entonces, estuvieron guardadas muchos años desmontadas en piezas. Debido a su mal estado de conservación, fueron restauradas en 2002 por el taller de platería Martínez, costeada dicha restauración por el Cabildo Catedral, la Congregación de la Real Esclavitud y la Corte de Honor.
En las últimas celebraciones del 9 de noviembre, fiesta de la Virgen de la Almudena, la talla de la patrona ha recorrido las calles de Madrid luciendo estas coronas.
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