La custodia por la calle Mayor
Las calles de Madrid se han llenado esta tarde para ver pasar al Señor. La temperatura, agradable, invitaba a pasear por la ciudad y, al paso de la procesión, muchos madrileños han podido rezar con fervor. La procesión del Corpus Christi en Madrid tiene más de 500 años y han sido muy pocas las ocasiones en las que la custodia no ha podido salir a la calle. Además, la custodia, que data del siglo XVI, es propiedad del pueblo de Madrid y de sus fieles, por lo que se guarda en el Ayuntamiento y se saca de allí solo para esta procesión.
Con el lema Señor, quédate con nosotros, la procesión ha salido de la catedral y pasado por la calle Mayor y la calle Santiago, llegando de nuevo a la Almudena por la calle Requena. Ha estado acompañada en todo momento por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, los obispos auxiliares y otras autoridades eclesiásticas y civiles, además de por las cofradías y hermandades de la ciudad miembros de la vida consagrada, sacerdotes, seminaristas, niños que este año han recibido el sacramento de la Primera Comunión, y fieles en general. En la plaza de la Almudena, frente al Palacio Real de Madrid, el cardenal Osoro ha impartido la bendición. «La Eucaristía contiene el bien espiritual de la Iglesia», ha recordado, y ha pedido que, igual que contemplamos la eucaristía, hemos de contemplar nuestra vidas «como discipulos de Cristo y miembros de la Iglesia». «Que sepamos vivir siempre de la Eucaristía», ha pedido al pueblo de Madrid.
La eucaristía, fuerza de transformación del mundo
Por la mañana, el cardenal Osoro ha presidido la Eucaristía del Corpus Christi, con la presencia de monseñor Adolfo González Montes, obispo emérito de Ávila, don José Cobo, obispo auxiliar de Madrid y otras autoridades de la ciudad.
«El pan es el símbolo del alimento para las personas a las que Jesús se dirige», ha reflexionado el arzobispo de Madrid, y los discípulos «podían pensar que se refería al alimento de la humanidad». Pero Jesucristo quiere algo más, quiere expresar la entrega completa de sí mismo a los hombres. El Señor escandaliza con sus palabras que invitaban a comer su carne y su propio cuerpo: «es su misma realidad humana, no es una doctrina», ha dicho el purpurado. ¿Qué significa comer su carne? «Asimilarnos a su forma de ser, a su vida completa. No podemos comer la carne del Señor y ser violentos y egoístas». Comer a Jesucristo llena nuestros deseos de vida eterna y es una «fuerza de transformación del mundo. Si partimos el pan es para que podamos compartir y repartir el pan con todos».
Compartir la Eucaristía es también una «protesta profética contra el hambre en el mundo y la falta de fraternidad». ¿Nos dejamos transformar por el cuerpo de Cristo?, se ha preguntado. Y ha recordado que el día del Corpus Christi también es el día de la Caridad. «No queremos olvidafr que tú eres el Señor, que somos un solo pueblo porque comemos el mismo pan», ha concluido.