La mirada de este Viernes Santo se dirigía a la cruz. «Mirad el árbol de la cruz, no apartéis la vista, porque es Dios el que pasa por ahí, y si no miramos ese árbol no veremos a Dios». Esta ha sido la invitación del arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, en este día, 29 de marzo, cuando se celebran los oficios de la Pasión del Señor. «Mirad no solo la cruz —ha abundado el cardenal—, sino quien está en ella».
La catedral de la Almudena acogía a los fieles, congregados, como el Jueves Santo, en multitud. En austeridad, vacío, silencio ante Cristo en el día en que se conmemora su muerte. Sin Eucaristía —se ha comulgado la reserva del Santísimo—. Con el altar desnudo, sin flores. Tras él destaca, por encima de todo, el Crucificado de Juan de Mesa (1621), el mismo artista que cinceló el Jesús del Gran Poder de Sevilla. La gran cruz de la que pende el Señor fue tallada en 1993 en cedro del Líbano. Ante Jesucristo comenzaba el cardenal Cobo la celebración. Postrado ante la cruz, a la vez que el pueblo en asamblea se arrodillaba.
«El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores». Las palabras de Isaías, en boca de una dama de mantilla de la Corte de Honor de la Virgen de la Almudena, resuenan en el primer templo de Madrid, y también en la homilía del arzobispo de Madrid: «No tenemos una respuesta a lo que nos desborda; nos paraliza el desconcierto, la soledad, el miedo, entramos en shock». Ante esto, «hoy, si atinamos a enfocar donde Dios mira, palpamos que ahí —«ahí», ha repetido con énfasis— es donde se nos desvela la grandeza del amor de Dios». La «grandeza de la fe», ha continuado, «es que mirando a Cristo crucificado aprendemos a llamar a las cosas por su nombre».
Una celebración la de este Viernes Santo, ha asegurado el cardenal, que es «muy valiente», y ha recordado aquellas mismas palabras de Jesús, «quien no coge su cruz no puede ser discípulo mío». En este punto, ha afirmado que «Madrid está lleno de lugares de sufrimiento y de dolor, pero nos cuesta no invisibilizarlo». Jesús, sin embargo, «abrazó la cruz», y aunque puede ser que guste más el Cristo que anduvo en la mar y no el del madero —ha afirmado haciendo referencia a La Saeta de Antonio Machado—, lo cierto es «que la muerte está ahí», y se ha referido a los jóvenes que se siguen suicidando, las UCIs «repletas», «los tanatorios, los cuidados paliativos, los psiquiátricos, los funerales».
«El Cristo del madero —ha subrayado— no es agradable porque nos recuerda nuestras heridas». «Nos gustan las procesiones, pero sin la dureza de la cruz, sin lo que hay detrás de ellas». Y por eso, ha insistido en «dejar que el Crucificado nos enfoque la mirada del corazón, allí donde el Padre mira porque está el Hijo». En el árbol de la cruz, ha observado el arzobispo de Madrid, «descubrimos quién es Dios, quiénes somos nosotros y quiénes son los que están a nuestro lado». Por eso, «coge tu cruz, abrázala y ahí encontraras la puerta estrecha — ha recalcado—, una grieta que es por donde cuela la luz que todo lo ilumina».
«Nuestros barrios, nuestra ciudad nos espera», ha enfatizado en este Viernes Santo el cardenal Cobo. Y ha concluido indicando que «Madrid está lleno de signos de cruz esperando nuestra mirada y nuestros abrazos». «Es nuestra cruz, es la cruz de la Iglesia de Madrid; aquí está el Dios vivo que da vida a todos los que se acercan a Él».
En la Pasión del Señor han concelebrado, al igual que en el Jueves Santo, los obispos auxiliares de Madrid Jesús Vidal y Juan Antonio Martínez Camino, el deán de la catedral, Jorge Ávila, el rector del Seminario Conciliar de Madrid, José Antonio Álvarez, así como vicarios episcopales, diáconos y seminaristas. Al finalizar la liturgia, los fieles han podido acercarse al Crucificado para el acto de adoración de la cruz.
La catedral de la Almudena permanecerá cerrada hasta la celebración de la Vigilia Pascual, el Sábado Santo a las 22:00 horas.