Oscuridad en la catedral de la Almudena porque solo hay una luz que alumbra: la de la hoguera en el acceso a la catedral desde la plaza que da al Palacio Real. Es el arranque de la Vigilia Pascual, la gran celebración de la Resurrección de Jesucristo, de su victoria sobre la muerte. El fuego está listo para el llamado lucernario, la liturgia de la luz. Listo para ser bendecido por el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo: «Oh Dios, que por medio de tu Hijo has dado a los fieles la claridad de tu luz…».
Le sigue la bendición del cirio pascual, «Cristo, ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega»; y una petición, «por sus llagas santas y gloriosas nos proteja y nos guarde Jesucristo Nuestro Señor». Después, el pregón pascual, el himno con el que la Iglesia reconoce la grandeza de la historia de la salvación y exulta de gozo por el cumplimiento de las promesas del Señor. «Esta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres»; «esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo»; «feliz la culpa que mereció tal Redentor».
La liturgia de la Palabra acompaña este recorrido por los momentos culminantes de la historia de la salvación: la creación del mundo y del hombre; el sacrificio de Abrahán, padre en la fe; la liberación del pueblo de Israel bajo la guía de Moisés y su paso por el Mar Rojo… «Arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne», se escucha de Ezequiel; o uno de los salmos, «espera en Dios, que volverás a alabarlo». El canto del Gloria da paso a la lectura del Nuevo Testamento. «Quien vive, vive para Dios», recuerda san Pablo.
Se celebra en esta noche santa el sacramento de la Eucaristía sobre el altar de la catedral revestido con encaje de chantilly y un frontal de brocado en oro y plata. En el centro, la figura bordada del cordero pascual. Ante él se han situado las tres personas que han recibido los sacramentos de la iniciación cristiana: Pedro Rafael, Vaishali y David. «Sois ya nueva criatura y habéis sido revestidos en Cristo», les ha recordado el cardenal tras su Bautismo, Confirmación y Primera Comunión.
Un Bautismo que han renovado de forma especial las comunidades neocatecumenales que celebraban el final de su camino en la Vigilia Pascual. Y todos los fieles congregados en la catedral de la Almudena. A ellos, el cardenal Cobo les ha animado a no dejar de felicitar la Pascua. «Y si alguien la necesita especialmente, llevádsela con vuestra vida y vuestro testimonio».
«Dios siempre nos sorprende»
Durante la homilía, el cardenal ha comenzado afirmando que «vivimos, lo queramos o no, llenos de miedo y de oscuridades», pero en medio de la «oscuridad de la noche, unos pocos os atrevéis a salir» con la fuerza tomada de estos días. «La liturgia y la escucha de la palabra nos ha preparado» para salir como las mujeres que acudieron al sepulcro de Jesús. En ocasiones, ha señalado el arzobispo de Madrid, «nos hemos estancado en un eterno Viernes Santo con procesiones sin compromisos, con Misas sin cambio de vida». Pero esas mujeres «nos dicen que hay que ir a las tumbas», que este camino «no es un camino a ninguna parte, porque allí Dios siempre nos sorprende».
«Es necesario —ha continuado— llevar nuestras cruces, nuestros miedos y nuestro pecado al sepulcro, pero allí Cristo ha resucitado». Y así, «Dios hoy transforma cada cruz entregada por amor en vida para nosotros». «Cada entrega puesta en la cruz Dios la resucita en Cristo; cada espera tiene futuro, cada paso en el seguimiento de Cristo, Dios lo incorpora en tu resurrección», ha destacado.
La tarea de la Pascua, ha explicado el cardenal Cobo, es «descubrir dónde está el Resucitado». Para esto, primer hay que mirarse a uno mismo, ha afirmado, pero también «hay que mirar a la comunidad cristiana: mirad a la Iglesia». También a los gestos de comunión, «pero ve a los más pobres: Madrid está lleno de campos que esperan la Resurrección; el mundo está lleno de llagas de resucitados que piden ser tocadas». Ante esto, «solo queda ser sembradores de resurrección en los lugares en que Jesús nos llama, en ti, en la Iglesia, en las llagas empobrecidas». El arzobispo ha concluido afirmado que «hoy empieza algo nuevo y el Resucitado cuenta con nosotros».
«La convivencia en Diso y en paz es posible»
Junto al arzobispo de Madrid han concelebrado el obispo auxiliar de Madrid, Jesús Vidal, el delegado episcopal de Ecumenismo, Aitor de la Morena, el rector del Seminario Conciliar de Madrid, José Antonio Álvarez, el deán de la catedral, Jorge Ávila, y vicarios episcopales.
Asimismo, la Vigilia Pascual ha contado con la presencia de Bessarión, arzobispo metropolitano ortodoxo de España y Portugal. «Es una tradición personal para mí asistir junto a los hermanos católicos —ha sostenido al concluir la celebración— y manifestar el amor y la fe cristiana en común». Este es «una camino de unión y reconocimiento, y el mensaje de la Resurrección es luz, luz y luz».
Por su parte, el arzobispo de Madrid, al que esperan en su celebración de Pascua el próximo 5 de mayo, ha agradecido su presencia en la catedral: «Proclamamos juntos que la convivencia en Dios y en paz es posible, y que nuestra Iglesias tienen el deber de ofrecer un Cristo y un ejemplo de diálogo».