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El cardenal Rouco preside en la colegiata de San Isidro una solemne Eucaristía en la fiesta de los santos Cosme y Damián

El cardenal Rouco preside en la colegiata de San Isidro una solemne Eucaristía en la fiesta de los santos Cosme y Damián

El 26 de septiembre, domingo, la Iglesia celebra la festividad litúrgica de los santos Cosme y Damián.

La real colegiata de San Isidro (Toledo, 37) acogerá en esta jornada, a las 13:00 horas, una solemne Eucaristía concelebrada en honor a los santos presidida por el cardenal Antonio Mª Rouco Varela, arzobispo de Madrid. Organizada por la Venerable, Antigua y Pontificia Hermandad de San Cosme y San Damián de Madrid, con sede en el templo, durante la ceremonia se realizará un acto de homenaje a los profesionales sanitarios, por su dedicación y esfuerzo en esta pandemia.

Al término de la Misa, en la capilla de los santos tendrá lugar una oración, ofrenda floral y el canto de los Gozos.

Todo ello, respetando los límites de aforo y las normas establecidas por las autoridades sanitarias para esta situación de pandemia.

San Cosme y san Damián

Los hermanos gemelos Cosme y Damián son patronos de médicos, farmacéuticos y otros profesionales sanitarios. Nacieron en Arabia de padres cristianos, a mitad del siglo III. Estudiaron medicina en Siria, y después la ejercieron en Egea (hoy Turquía). Fueron afamados médicos que destacaron por la atención a los más pobres y la prestación gratuita de sus servicios profesionales, así como la difusión de la fe entre las personas que acudían a ellos. Decapitados alrededor del año 300, muy pronto su culto se difundió enormemente. Una antigua tradición atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro (Siria), donde se erigió una basílica en su honor.

El Papa Félix IV (526-530) trasladó sus reliquias a Roma y levantó otra basílica en el foro romano, lugar en el que la tradición indicaba que había vivido el gran médico Galeno y donde solían reunirse los profesionales de la Medicina. Se relatan numerosos milagros, sobre todo curaciones extraordinarias, obrados por los mártires después de su muerte. Entre las personas que atribuyeron su curación de males gravísimos a los santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I.

Las reliquias de sus cráneos se encuentran en el monasterio de las Descalzas Reales, habiendo sido traídas desde Alemania por la emperatriz María a petición de Felipe II.

Hermandad en Madrid

Bajo la advocación de los santos Cosme y Damián se tiene constancia de la existencia de una Hermandad en Madrid al menos desde 1583, con sede en el convento de San Benito y luego en el real convento de San Felipe de la Orden de san Agustín, tristemente desaparecidos. Estaba constituida por médicos, cirujanos, farmacéuticos y en algún momento de su historia también por odontólogos, añadiéndose entonces al nombre el de santa Apolonia su patrona.

El 14 de abril de 1653 la Hermandad se traslada a una capilla que adquirieron (a los herederos de Miguel Soria y Francisca Carrero) en la Iglesia del Carmen Calzado. Encargaron un retablo para la capilla en 1687, dedicado a los santos patronos y a la Anunciación de Nuestra Señora (podría ser el que se encuentra en la actual capilla de la colegiata, junto con la reja y unas placas conmemorativas).

En 1931 empezó a funcionar en el seno de esta Hermandad la academia de Deontología, iniciativa que se extendió a otras Hermandades de España, y en 1932 se creó una Federación de Hermandades.

La Iglesia del Carmen fue destruida en 1936 y con ella la capilla de los santos. En 1947 el patriarca Eijo Garay, obispo de Madrid, solicitó a la Hermandad que se instalaran en una capilla que había quedado vacía en la entonces catedral de san Isidro.

Entre los fines de la Hermandad siempre ocupó un lugar preeminente el religioso y la caridad con los hermanos necesitados. Durante siglos se ocupó también de los intereses profesionales.

Tras un paréntesis de inactividad, la Hermandad retomó en este siglo XXI el camino emprendido hace siglos por sus antecesores, con un nuevo y renovado impulso, consciente de la necesidad de su testimonio y existencia. Una Hermandad nexo de unión entre el pasado y el presente, con sede canónica y capilla propia en la real colegiata de san Isidro de Madrid.

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