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Monseñor José Cobo: «La misión que reconocemos hoy nace del Bautismo y construye la Iglesia de todos»

La Real colegiata de San Isidro (Toledo, 37) ha acogido este martes, 17 de octubre, una solemne Eucaristía presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en la que el teniente de hermano mayor-presidente de la Real Congregación de san Isidro de naturales de Madrid, Luis Manuel Velasco Sáinz, ha recibido la Cruz Pro Ecclesia et Pontífice.

Con el purpurado han concelebrado el vicario general, Avelino Revilla, el territorial, Ángel López, el párroco, Ángel Luis Miralles, y numerosos sacerdotes que han querido sumarse a esta acción de gracias a Dios. Además, el concejal del distrito Centro, el director del Museo de San Isidro, representantes de las diferentes hermandades y congregaciones de la ciudad, y de la familia isidril de diferentes localidades de toda España, entre otros, se han sumado a esta celebración, que ha estado animada por la joven Orquesta y Coro Sonora, bajo la dirección de Bartomeu Tur, trasladado desde Baleares expresamente para esta Eucaristía.

En su homilía, y al hilo de las lecturas proclamadas, el cardenal Cobo ha recordado que «el Evangelio es fuerza de salvación de Dios para todos». «En un mundo que no quiere ser salvado, o que no entiende de qué tenemos que salvarnos, Dios sigue presentando sutilmente, suavemente, la fuerza de su Evangelio para salvar. Con pretensión de llegar a todos. Y con pretensión de ir tocando a personas determinadas para que vehiculen también ese Evangelio, lo anuncien y, desde ello, llegue la salvación a todos». «Es alentador, y una gran noticia, saber que el Evangelio sigue presente entre nosotros», ha dicho.

«Jesús quiere llegar al corazón», ha añadido, «porque Él sabe que, si no hay cambio en nuestro corazón, si nuestro interior no va cambiando día a día, no hay conversión. Y si no hay conversión, nos vamos convirtiendo en duros, en alejados de Él».

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«Hoy Jesús nos pregunta de qué estamos llenos. Qué hay en nosotros de verdad. Y es una ocasión perfecta para dejarnos mirar por Él», ha señalado, porque, en definitiva, «nos pregunta de dónde damos». «A veces, ha añadido, nuestro esfuerzo es tal por mantener lo de fuera, que descuidamos el interior. Descuidamos la caridad, que es realmente la que primero mira Jesús». Como el fariseo, que es el prototipo de la persona que vive para que lo vean.

«Jesús nos llama a la conversión», ha insistido. «Hoy es un buen día para proponer lo de dentro. Y para dejar que Jesús nos mire tal y como estamos, sabiendo que para él cualquier pecador arrepentido es un lugar para dar gracias». «Hoy es un buen día para cuidar lo de dentro», porque «lo de dentro es tocado por Jesús». Para el purpurado, «eso nos hace no mirar a nadie por encima de nadie, sino reconocer que a veces el pecado se nos cuela hasta el alma. Y que ahí somos mirados por Jesús». Por eso, «cuando Jesús habla de limosna, de dar, quiere que ofrezcamos lo que llevamos dentro en verdad. La verdad de nuestro corazón».

«Que sepamos despojarnos para entregarnos a su estilo, con su caridad» es lo que, a su juicio, espera Dios de nosotros. Por eso, ha apuntado, «hoy nos hará bien pensar cómo es nuestra fe, y cómo es nuestra vida cristiana».

Una labor desde el corazón

En alusión a la medalla que iba a recibir Luis Manuel Velasco, ha explicado que «hoy también nos hemos reunido para reconocer una labor desde el corazón: la de Luis Manuel. La que también se ha realizado aquí. Hoy no venimos a un premio: venimos a un reconocimiento. Un reconocimiento que nos ayuda a todos a vivir la misión que tenemos desde la fe y desde la fuerza del Evangelio». En este sentido, ha abundado diciendo que «la misión que reconocemos hoy es una misión que nace del Bautismo. Y que consiste en que no solo nos hace felices, sino que construye la Iglesia de todos. Esta medalla, este reconocimiento, se otorga a aquellos que han construido Iglesia. No solo lo pequeño. Ni siquiera la hermandad. Sino más. Aquellos que son capaces de ver que tienen una misión que nace del Bautismo, y que ayuda a construir la Iglesia. La Iglesia global, la Iglesia total, la Iglesia católica».

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«Hoy, ha proseguido, es un buen momento para ver que cuando se entrega el corazón, cuando se entrega lo de dentro, eso, que es auténtico, no solo nos hace felices, sino que construye la Iglesia». Y ha animado a todos los presentes «a asumir nuestro compromiso bautismal, desde dentro. Dejar que el Bautismo riegue todos los rincones de nuestra vida para, desde ahí, dar la caridad que Cristo nos ha dado. Como lo hacen las personas que tenemos a nuestro lado. Como reconocemos que lo has hecho tú. Como reconocemos que se hace en la Iglesia. y con un horizonte: construir la Iglesia total»

«Gracias. Gracias, Luis Manuel. Gracias a quienes, no solo hacéis las cosas bien, sino que, desde ellas, edificáis la Iglesia». Y «gracias a los que no os apropiáis de Cristo para vosotros y vuestro corazón, sino que lo sembráis. Y lo hacéis obras. Y lo hacéis actividad. Y, a veces, sacrificio, pero que sembrado en la Iglesia construye la Iglesia de Jesucristo», ha concluido.

Sorpresa, emoción y agradecimiento

Al término de la celebración, el canciller secretario, Alberto Andrés, ha dado lectura a la carta apostólica por la que el Papa Francisco concedía la distinción a Luis Manuel Velasco en reconocimiento a sus largos años de trabajo desempeñado en la Iglesia en diferentes tareas, tanto institucionales como asociativas, y de forma especial sus 32 años en la directiva de la Congregación, como secretario y como presidente de la misma.

Por su parte, Luis Manuel ha dirigido unas palabras a los asistentes, en las que ha manifestado los sentimientos que le embargan por este reconocimiento: sorpresa, emoción y agradecimiento. En este sentido, ha dado las gracias al Papa Francisco por la concesión del mismo, a la diócesis de Madrid que lo solicitó, a los miembros de la junta directiva de la Congregación de San Isidro, promotores de la misma, y a los cardenales Osoro y Cobo, así como al párroco de la colegiata. Y, de manera especial se ha dirigido a su mujer, María Luz Trilla, presente en la ceremonia, sin cuya «ayuda, comprensión y apoyo no estaríamos aquí». A ella le ha dedicado la distinción, junto a sus padres, a quienes ha recordado con emoción. Y también a los miembros de la Congregación de San Isidro, que el pasado san Isidro, al término de la clausura del Año Jubilar, le rindieron homenaje, reconociendo su esfuerzo y dedicación.

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En su intervención, ha tenido palabras de gratitud para todos los presentes, e incluso los que no habían podido asistir pero que se habían personado mediante el envío de mensajes. «Es un gozo, ha dicho, que aquí estemos hermandades de todo tipo: sacramentales, de gloria, penitenciales, marianas…, de Madrid y de fuera, que cada día desarrollamos un trabajo intenso, activo, siempre mejorable, pero entusiasta. Esta presencia testimonia que, unidos, tenemos un gran futuro por delante. Cada cual con sus carismas. La enorme riqueza que tenemos es la universalidad. La catolicidad de la Iglesia».

«He pedido al Señor que, por intercesión de nuestra patrona, la Virgen de la Almudena, y de nuestro patrono san Isidro y de su esposa, santa María de la Cabeza, nos sigan ayudando a todos para que se aumente nuestra fe y nuestro compromiso evangélico como miembros activos de la Iglesia católica», ha concluido.

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