En el periódico La Época (6 de noviembre de 1868, página 4) leemos la siguiente noticia: «El martes, a las dos de la tarde, fueron estraidos [sic] del panteón que ocupaban debajo del camarín de la Virgen de la Almudena, diez y ocho cadáveres que se encontraban allí depositados, los mas recientes desde hace cosa de dos siglos, todos de las familias de los duques del Infantado y ducado de Pastrana. […] Se estrajo de una caja un cadáver que, aunque solo conservaban la osamenta deteriorada, no sucedía así respecto de su traje de la época de Felipe IV. Vestía coleto y gregüescos de terciopelo negro de canutillo, y en el pecho una cruz de seda verde de Alcántara, botas y espuelas bastante bien conservadas […])».
Efectivamente, durante varios siglos, diversos miembros del ducado de Pastrana fueron enterrados en el interior de la iglesia de Santa María, a los pies de la Virgen de la Almudena. Porque fue el IV duque de Pastrana, don Rodrigo de Silva y Mendoza (casado a su vez con doña Catalina de Mendoza y Sandoval, heredera del ducado del Infantado) quien fundó la Real Congregación de Esclavos de Nuestra Señora de la Almudena, también llamada la Real Esclavitud.
El 19 de agosto del año 1640, el duque, en su calidad de hermano protector y por impulso del rey Felipe IV de Austria y su primera esposa, Isabel de Borbón, funda esta nueva congregación, mariana y madrileña.
Sus fines principales eran, y son, el servicio, el culto y la veneración a María Santísima, bajo la advocación de la Almudena y la defensa «en público y en privado» de su Purísima Concepción. Su fiesta principal se celebraba el 8 de septiembre, día de la Natividad de Nuestra Señora, tal y como se mantiene hoy en día.
En el siglo XVII, la parroquia de Santa María contaba con unas diez cofradías. La Real Esclavitud fue sin duda la más importante y por ello le dedicamos especial atención, pues sin ella no podemos entender la historia de este templo y de la patrona.
El duque de Pastrana, miembro ilustre de la nobleza y hombre bien situado en la corte del Felipe IV, dio un gran impulso a la iglesia de Santa María y a la devoción de la Virgen de la Almudena. A través de él, el templo recibió cuantiosas ofrendas que mejorarían su apariencia, consiguiendo una mayor dignidad y boato en las funciones. Don Rodrigo vivía en la casa contigua a la parroquia de Santa María. De hecho, un pasadizo, comunicaba el templo con el interior de su casa. Así lo menciona los libros de cuentas de la iglesia:«llave para el duque para entrar por la puerta de la torre al pasadizo que hizo (1643)».
El 26 de agosto de ese mismo año, la congregación organizó una solemne procesión con asistencia de todas las órdenes religiosas y clerecía, llevando el estandarte el duque de Pastrana, como protector perpetuo, y las borlas el duque del Infantado y el almirante de Castilla. La procesión se dirigió a palacio, desde donde participaron sus majestades, pasando después por delante del convento de San Gil, siguiendo por la calle Mayor y terminando en el templo de Santa María, donde la llegada del cortejo se celebró con fuegos de artificio.
Continuaron los cultos en días sucesivos en solemne octava, asistiendo numerosos devotos que se inscribieron como esclavos, incluyendo numerosos miembros de la nobleza, así como multitud de fieles madrileños.
Las constituciones fueron aprobabas por el Tribunal de la Gobernación de Toledo, y el cura párroco de Santa María, don Diego de Salazar, fue nombrado prefecto de esta. Se instituyó una Junta de Gobierno compuesta por un patrón perpetuo que sería el rey, y un protector perpetuo que sería el duque de Pastrana. Además, un prefecto, ocho consiliarios, dos secretarios, un tesorero, un maestro de ceremonias eclesiástico, cuatro comisarios de fiesta y otros cuatro de cera y una camarera perpetua, que debía ser también de la casa de Pastrana.
Vinculación real
Los reyes, especialmente los Austrias, fueron miembros de esta congregación y apoyaron de diversas formas su engrandecimiento. Desde su fundación hasta la actualidad los miembros de la Casa Real formaron parte de ella.
En el Museo Catedral de la Almudena conservamos “el libro de firmas de los reyes, donde se recogen las cartas de ingreso a la Real Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena de los distintos miembros de la familia real, que desde Felipe IV hasta nuestros días se han inscrito con su firma (1641-2006).
En la imagen que adjuntamos, se reproduce la página inicial del libro, con el siguiente texto y las firmas de Felipe IV y esposa, y su hijo, Baltasar Carlos, príncipe de Asturias:
Alabado sea el Santísimo Sacramento y la limpia Concepción de la Virgen María Nuestra Señora, concebida sin pecado.
En la Villa de Madrid a veinticinco días del mes de enero de el año de mil y seiscientos y cuarenta y un años. Habiéndose instituido aprobado y confirmado la devota Congregación de Esclavos de Nuestra Señora la Real de la Almudena en la iglesia mayor parroquial de Santa María desta Villa, sus Majestades y Alteça los Reyes y Príncipe nuestros señores (que Dios guarde largos años) Don Phelipe quarto y Doña Isabel de Borbón y Don Baltasar Carlos de Austria dando muestras de su grande devoción y del affecto que tienen a la santa y milagrosa Imagen de la Almudena y se sentaron por esclavos suios en esta dicha congregación, ilustrándola para eternas memorias a mayor honra y gloria de Dios y firmaron aquí de sus reales manos.
Yo el Rey, Yo la Reina, yo el Príncipe.